sábado, 17 de enero de 2015

PEQUEÑAS COSAS QUE MERECEN LA PENA: ALGO MÁS QUE “EL PRIMER GUITARRISTA DE GENESIS” (y otros músicos respetables en el This is Rock de este mes)





.bueno, vale, a lo mejor me estoy pasando de romántico. Lo cierto es que en Junio de 2009 yo me encontraba en el bar / cafetería del hotel AC de Las Palmas de Gran Canaria, y sentados delante de mí, un señor con un ron con cola sobre la mesita que tenía al lado, y no muy lejos, andaba su (por aquel entonces) futura esposa, Jo.

 - Entonces va Peter y nos dice "He visto El Topo  de Jodorowsky y creo que podríamos a hacer lo mismo pero con música, se va a cagar la perra".


El señor respondía el nombre de Steve Hackett, y es, en mi humilde opinión, el mejor guitarrista de la HISTORIA. A ver, sí, están Vai, Beck, Zappa, Holdsworth, Howe, Clapton... todos son increíbles, pero aquí hablamos de cómo nos transmite, de formar personal lo que hace un señor en particular con su música.



Como comenté en una “Megacrónica” que escribí sobre aquel viaje (y que sólo han leído algunos alegados, por aquello de proteger a la humanidad de tanta sensiblería), yo salí de aquella charla – una de mis primeras colaboraciones con This is Rock, por cierto -, sintiéndome más alto, o, más bien, con los pies a unos centímetros del suelo. Háganse a la idea, no sólo tuve 45 minutos de pura entrevista y otros 30 de simple conversación con el músico que me impulsó a coger una guitarra (tal y como le hice saber). Sino que también me firmó los dos vinilos de sendas obras maestras y, como propina, me dijo a la cara que debía subirme a un escenario. Copón, si todavía al escribir esto y recordarlo me entra un escalofrío. Después se preguntarán por qué ADORO a Steve Hackett.

'Cos this is how I FUCKING roll


Aquella fue la primera vez que entrevisté a un miembro de Genesis y... pensaba que ahí quedaría la cosa, la verdad. Poco podía adivinar yo que, acabaría por hablar con casi todos los que han formado parte del grupo... salvo los dos calvos que, casualmente, cantan. Y créanme, se ha intentado, pero hay tantísimas capas de representación por atravesar que resulta casi imposible... ¡Pero aún no he tirado latoalla! En todo caso, aún quedan también músicos que les han acompañado en muchas giras como Chester Thompson, Daryl Stuermer u otros colaboradores que seguro también tienen una buena entrevista.

En todo caso, tengo que admitir otra pequeña derrota, aunque hay gente que me ha llegado a llamar “el mayor fan de Genesis” (afirmación absurda, porque siempre hay gente que te va a ganar por la mano esa supuesta competición), incluso a mí se me pasó destacar la carrera en solitario de Anthony Phillips durante el especial de RadioSubterranea. Imperdonable.



Pero en los numerosos documentales – incluido el último “Sum of the parts”, reseñado en la revista de este mes – también se obvia su corpus creativo, algo que también me parece del todo imperdonable. Pero me exime de algo de culpa.



Para solucionarlo, en cuanto supe que una remezcla en 5.1 de su primer álbum – el INCREÍBLE “The geese and the ghost” (1977) – estaba preparándose, empecé a dar la tabarra al dire con que había que entrevistar a Phillips. Lo que no me esperaba es que la buena gente de Esoteric además enviasen una copia de la lujosa antología “Harvest of the heart”. Ou yeah.



Y qué puedo decir, a través de la pantallita de mi móvil – en ese momento, mi único dispositivo con Skype – podía ver a Phillips, desde su estudio, rodeado por sus innumerables guitarras, desgranando sus aventuras en el negocio musical e ignorante de que yo estaba al borde del colapso.

Lamentablemente, no era por la emoción. Aunque he de decir que en mi cabeza se repetían las mismas frases que cuando tenía a Hackett delante mía - “es él, el tipo que tantas veces has visto hablando por televisión en tus uvehacheses y deuvedéles ¡Y está hablando contigo!” - lo cierto es que esta conversación fue la primera que se produjo el día del pasado verano que fui víctima de un absurdo... ¿Resfriado? Niños, NO os vayáis a la siesta con el aire acondicionado puesto. Uno de esos consejos de Francisco Roldán que no os van a costar dinero pero que valen mucho.



Lo peor es que, a base de no cuidarme, aquel día había llegado a un estado físico deplorable, de hecho, durante la charla, llegué a sentir ciertas nauseas. Y ahí es donde una voz dentro de mí entonó una plegaria “Por favor, Señor, no permitas que vomite mientras hablo con Anthony Phillips, sobre todo cuando él puede verme (creo) a través de la cámara”. Y mis plegarias fueron escuchadas.




También fui afortunado porque algunos colegas, más expertos en la magnifica carrera de Phillips que yo – entre ellos, la gente de Vicisitud ySordidez -, mandaron preguntas muy interesantes. Aunque aún estoy intentando asimilar qué quería decir Ant (como le gusta que le llamen) cuando, al terminar, me dijo “Thank you so much Francisco for the interview, you're a darling”. Y como dice en la entrevista, me invita a un té por si alguna vez estoy por Londres, pobrecito, no sabe a lo que se expone...

Como ya he dicho algunas veces, 6 páginas en una revista de tirada nacional y 400 palabras para reseñar la nueva caja: más no puedo hacer para promocionar la música de este hombre en mi país, salvo un espacio en prime time televisivo. Y si pudiese, lo haría ¿Qué es eso de que quitan un programa en Tele5?

Mis problemas con Ian Anderson

En este blog hemos hablado mucho, MUCHO, del flautista y de la banda que ha liderado durante décadas. Soy ventilador (como diría Supersantiego) de lo que ha hecho, hace y, probablemente, hará. Pero, tal y como cuento en la entrevista, Anderson no es fácil como entrevistado.

Hasta cierto punto, es algo que puedo entender. Ian, durante buena parte de su carrera, ha sido vilipendiado por la prensa musical de su país. De hecho, en “Warchild” (1974, y cuya reedición en formato de lujo fue el motivo de la entrevista) llegó a responder, a través de una de sus canciones, al severo ataque de un periodista.



Entiendo que eso le ha ayudado a desarrollar un caparazón bastante denso para protegerse de cualquier incidencia. Y no es que sea borde ni nada por el estilo (de hecho, me cuesta pensar en un músico más educado a la hora de hablar), sino que opta por una solución mucho más salomónica: habla por los cuatro costados. En serio, un montón. Para cuando te quieres dar cuenta, ya ha pasado la mitad del tiempo designado para la entrevista y no has hecho más que una pregunta. Como era algo que ya me esperaba después de nuestra cita telefónica para discutir sobre “Homo Erraticus” (2014), he de reconocer que, en esta ocasión, no me preparé más de 5 preguntas. En claro contraste con las 20 que suelo tener en al recámara.



Nada de esto quiere decir que lo que cuenta Anderson no sea interesante, muy al contrario, y siempre es estimulante escuchar a una leyenda de la música... por mucho que no te deje meter baza en la conversación. Pero bueno, yo soy de los que piensan que una conversación en la que se nombra a los Monty Python es siempre una conversación molona. Ah, y también pueden leer (en la revista) mi reseña destacada del “cofre” (como dicen en Fnac) de “Warchild”. Otro lanzamiento altamente recomendable.

Within Temptation

Si no me equivoco, segunda ocasión en la que entrevisto a una mujer para la revista, lo cual, teniendo en cuenta los géneros por los que me muevo... es una proeza. Tal y como cuento en la revista, Sharon den Adel (vocalista de WT) es increíblemente simpática y fue un auténtico placer hablar de ella del papel de las mujeres en el Rock, su visión sobre la escenografía, la evolución musical del grupo... de hecho, antes de colgar, Sharon me agradeció la entrevista porque habíamos cubierto muchos temas muy variados. Demonios, alguna vez me tendré que poner alguna medalla ¿No?



Además, durante los primeros minutos de conversación la pobre tuvo auténticos problemas para encontrar el programa de actos promocionales del día, con lo que se retrasó mi turno de preguntas, el cual ella no tuvo problemas en ampliar. Lo dicho, una mujer con clase, casi no daba la impresión de que estuviese promocionando el nuevo CD/DVD/BR en vivo “Let us burn”. Como ya dije en mi reseña de “Hydra”, los Within Temptation nunca van a destacar por ser sutiles. Pero si son habituales del blog, ya sabrán que aquí somos más de la épica descontrolada.

Kaipa

Y si usted está leyendo estas lineas, puede que, como yo, fuese lector habitual de fanzines de Progresivo a finales de los 90 / principios del siglo XXI (ah, como me gusta poder escribir esa clase de oraciones, es tan Ciencia-Ficción....), si es así, le acompaño en el sentimiento. Tonterías aparte, si usted leía cosas como “El Mellotron”, “Lunar Suite / Waves” o “Atropos”, lo más probable es que acabara con la sospecha de que los países del Norte y Este de Europa se estaban transformando en una especie de reserva espiritual del género, por la cantidad y calidad de bandas que surgían de Suecia, Polonia, Noruega u Holanda.



Eso era antes de darnos cuenta de que, en muchos casos, la pasión por un sonido retro y la estructuración clásica de los temas (por “clásica” léase “como lo harían Genesis, Yes o King Crimson en los 70”) acababa pesando mucho en estas formaciones.

Independientemente de este hecho, lo cierto es que los nórdicos han desarrollado su propio sonido, que podrá gustar o no. A mí me gusta, mucho, pero también es cierto que veo venir el desarrollo de las canciones a una milla de distancia. Lo más gracioso es que Hans Lundin (teclísta y cerebro de Kaipa) entró en el Rock casi a la vez que la bandas que conformarían el particular podio del Progresivo. La historia de Kaipa se remonta a los primeros 70, siendo uno de los primeros grupos del género del país y contado a la guitarra por aquel entonces con un señor llamado Roine Stolt que a lo mejor le suena a alguien...



Sattyg” es el nuevo lanzamiento del grupo y pude hablar con Lundin sobre el tema. Escuchándole, y sobre todo a la hora de transcribir sus palabras, recordé la definición que algunas personas han hecho de Jon Anderson en el pasado “el hippie con guante de hierro”. No creo que Lundin llegue a esos niveles, pero desde luego da la impresión de ser una persona que, si bien pone toda la pasión en lo que hace, tiene los pies en el suelo.

Tú dices potato (AC/DC), yo digo poteito (Big Elf + Jolly + Bend Sinister)

Además de mis diversas críticas en la revista, también podrán encontrar fotos y mi reseña del concierto que dieron el triple cartel de Big Elf, Jolly y Bend Sinister en la madrileña Copernico, del cual aquí tienen algunos descartes fotográficos que no han terminado en las páginas.



No voy a hablar del concierto en sí, pero hay un par de ideas que me surgieron durante el mismo. Primero, cuando hace cosa de un año estaba flipando (literalmente) con “The Audio Guide to Happiness part 2” de los Jolly, poco me podía imaginar que iba a acabar coreando – a la vez que los otro cuatro locos que nos gusta este grupo – cosas como “Dust  nation bleak”. Aunque me gusta mucho Big Elf (y sobre todo su último “Into the maelstrom”), la inclusión de los neoyorquinos en el paquete de la gira fue lo que me hizo decidirme para pedir la acreditación. Más aún que la presencia de Mike Portnoy o John Wesley (en este gira, al menos) en el grupo comandado por Damon Fox.

El bajista de Bend Sinister, estirando los límites del recinto


Segundo, hace algunos años vi a Jon Anderson en la misma sala, con su show en solitario. Era un auténtico lujo ver a alguien así en una entorno tan íntimo, a escasos centímetros de ti. En cierta forma era normal, acompañado sólo por una guitarra, un piano y algunos samplers – amén de proyecciones varias -, Copernico era un entorno más o menos aceptable para un concierto de ese tipo, aunque unas sillas tampoco hubieran estado mal.



En el caso de estas tres bandas, no es que el entorno estuviese mal, de hecho, diría que funcionaron bastante bien. Para mí lo ridículo de la situación era otra cosa. Ahí estábamos, viendo a una serie de artistas de un calibre impresionante, tocando en un escenario minúsculo mientras que propuestas mucho más convencionales – Bunbury, Fito & Fitipaldis o Extremoduro son los primeros ejemplos que se me vienen a la cabeza – llenan polideportivos. Cuidado, no desmerezco la calidad de esos nombres, y uno no puede obligar a la gente a que le gusten ciertos estilos por el mero hecho de que uno los considere más desafiantes.



Pero después pasan cosas como las de AC/DC.

De nuevo, yo no osaría afirmar que los australianos no son una gran banda, joder, si yo también creo que cualquier película mejoraría con su música de fondo, pero estoy bastante seguro de que un alto porcentaje de las personas que han agotado las entradas para su bolo en Madrid (y el añadido por el éxito de ventas) no tienen ni un sólo disco suyo en casa. Vamos, ni en casa, ni en el portátil ni en el móvil ni siquiera creo que hayan escrito su nombre en el motor de búsqueda de Spotify. Tal y como se cuenta en un artículo (lo siento tío, sigo sin poder encontrarlo, si ves esto, mándame un link a tu blog, por favor), son la clase de personas que sólo tienen un interés tangencial en la música, que lo mismo van a un concierto de AC/DC como a uno de los Rolling o Melendi por el mero hecho de poder ponerse la medalla de haber estado, hacerse un selfie y subirlo a Instagram. Actitud que me parece una mierda.


AC/DC va con todo, TODO.


Pero los tres sets que se pudieron ver por apenas 20 pavos en la sala sita en Moncloa fueron la polla. Y este es el tipo de lenguaje que sólo me permito usar en el blog. Que para algo está. Copón, copín y copete.


Hasta la próxima.

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