martes, 25 de junio de 2013

ROCK PROGRESIVO; UK: EL SUPERGRUPO QUE NUNCA LO FUE




El Rey Carmesí ha muerto, ¡Viva el Rey!

La corta trayectoria de UK – dos discos de estudio, uno en directo, y un DVD, al menos por ahora – arranca de alguna manera en 1974, cuando King Crimson está dando los últimos retoques a una de sus obras maestras, “Red”. Este álbum sirve como perfecto resumen de lo que había sido la trayectoria de uno de los grupos punteros y mas innovadores del progresivo, sobre todo en lo que se refiere a su etapa de los setenta. En sus escasos 38 minutos y pico tiene un potente instrumental – que da título al vinilo -, la balada ominosa - “Fallen Angel” -, el tema agresivo con un gran riff de guitarra a lo “21st century schizoid man” - en “One more red nightmare” -, una improvisación grabada en directo - “Providence” (la ciudad de Lovecraft, ¿dónde si no?)- y el gran tema épico con un largo desarrollo que concluye en una reiteración majestuosa del tema principal – la gigantesca “Starless”-.

La portada, no obstante, difiere bastante del estilo utilizado por la banda hasta entonces: ni enigmáticas ilustraciones o fotos de estrellas, sino un retrato en blanco y negro de los integrantes del combo. Tal y como señala Sid Smith en su libro “In the court of King Crimson”, la carpeta de “Red” guarda algunas similitudes con el retrato que decora la portada de “With the Beatles”, obra de Robert Freeman. Pero en el caso de King Crimson, en lugar de unos jóvenes que están a punto encontrar el éxito masivo, vemos a tres músicos curtidos y experimentados: Robert Fripp aparece con sus anteojos y su barba, la mirada intensa, mostrando la preocupante seriedad de un guitarrista que lanza sus agresivos riffs y experimentos sonoros desde la tranquilidad de su taburete. John Wetton (voz y bajo) aparece con una sonrisa casi maliciosa, y Bill Bruford (batería) tiene oscurecido buena parte de su rostro, casi como si no estuviera allí o se encontrase de paso.



Busquen las diferencias...

Lo cierto es que quien casi no estaba presente era David Cross, el tranquilo violinista folk que había entrado a formar parte del grupo un par de años antes y que, a pesar de su virtuosismo, acabó relegado a un papel casi marginal a causa de la potente sección rítmica. Aunque llega a aparecer como coautor y toca en el disco, a estas alturas, Cross estaba prácticamente expulsado del grupo. A decir verdad, Fripp tampoco es que estuviera especialmente involucrado en la creación de lo que sería la última obra en estudio de la banda para aquella década.

David Cross
El guitarrista, fuertemente impresionado por la lectura de las obras de JG Bennet, estaba sufriendo una especie de renacer espiritual, y de repente el juego de Estrella del Rock – o todo lo que Fripp puede aspirar a serlo – le estaba haciendo cada vez menos gracia. Durante las sesiones de grabación y con una frase tan enigmática como “recluir el paso de sus decisiones”, Robert objetó que no iba a tomar mucho partido sobre los qué y los cómo del nuevo álbum. Sus compañeros tuvieron que asumir que el guitarrista estaba, de nuevo, haciéndose el artista torturado y decidieron seguir adelante.

Para Wetton, esto no podía venirle mejor, ya que así podía erigirse en amo y señor del grupo. Durante una conversación telefónica que mantuve con John para la promoción de su “Raised in captivity”, el bajista no tuvo problemas en presumir de ser uno de los principales artífices del vinilo, y no creo que le falte razón. Por ejemplo, la genial “Starless”, compuesta mayoritariamente por él, había sido rechazada por el grupo meses antes, pero ante la habitual escasez de material no improvisado de los Crimson (“este grupo escarba y se ensucia las uñas para crear” como diría Bruford años mas tarde), se decidió retomar el tema y arreglarlo para su inclusión en el disco.

John Wetton, con su molona camiseta de "Lark's Tongue in Aspic"
Igualmente, Wetton reconocería que trabajar con él durante esa época no debía ser especialmente placentero, tampoco le duelen prendas en confirmar que su adicción al alcohol le ha hecho durante muchos años un tipo infeliz y difícil. En aquellos años, su ego y su ambición le ayudaban tanto como le ponían zancadillas a cada paso, si el KC de esta época era conocido por su capacidad de improvisar en directo largos temas que parecían surgir de la nada, también es cierto que una de las reglas del combo era que si uno arrancaba, los demás lo seguirían salvo que llegase a un punto muerto. El problema con John, como él mismo y el resto de la banda confirman, es que una vez que empezaba, era muy complicado pararle los pies.

Al igual que Jack Bruce en Cream, Wetton había decidido transformar el bajo en un instrumento solista y sus continuas manipulaciones del pedal de volumen, el wah-wah y los controles de tono de sus cuatro cuerdas amenazaban con ahogar el sonido del resto de los músicos. Tanto Fripp como Bruford tenían la capacidad para responder a las “amenazas sónicas” de su también cantante, pero Cross, dependiente de la débil amplificación que podía obtener de su violín, intento competir con el piano eléctrico y el mellotron. Al final, Wetton no quiso permitirse el “tener pasajeros” en su particular viaje a la cima.

Robert Fripp

Aunque Crimson seguía atrayendo decenas de miles de fans en sus shows en directo, la estela comercial de sus discos se había apagado progresivamente después del éxito de su debut. Los cambios de formación y estilísticos habían erosionado las ventas, aunque Wetton pensaba que el grupo, si jugaba bien sus cartas, podía alcanzar las ventas de los Pink Floyd, que estaban triunfando con “The Darkside of the moon”, en el que habían encontrado ese difícil equilibrio entre éxito comercial e integridad artística.

Por ende, casi todos los dedos señalan a John a la hora de culparle por la disolución de la banda al poco de publicarse “Red”. Según Fripp, dentro de una conversación mantenida en uno de los Holiday Inn que usaba el grupo para hospedarse durante sus giras en EEUU, el bajista le expresó su deseo de abandonar King Crimson si después de un par de años el grupo no remontaba el vuelo comercialmente. Mas adelante veremos cómo las conversaciones casuales juegan un papel decisivo en la historia de UK. El guitarrista identificó este deseo como una amenaza frente su reinado en el grupo, Fripp había permanecido – y permanece – en todas las formaciones de su banda desde el inicial “In the court of the crimson king” (1969) disco cuyo éxito prácticamente había estrenado el género progresivo para el Gran Público. Hablando sobre sus motivos para abandonar Crimson después de la grabación de “Red”, Robert explica “si pones en este caldero una buena cantidad de alcohol y cocaína, tendrás una buena receta de por qué decidí dejar el grupo. Y para completar la mezcla, ¿qué tal si añades la presencia de un ex-miembro del grupo, cuyo principal motivo para dejarlo en primer lugar era que no podía seguir trabajando conmigo?”

Que no se diga que este articulo no está bien documentado.... I

Ciertamente, en otra maniobra que no pretendía ser tan preocupante en un principio, Wetton había invitado al saxofonista / musico todoterreno, Ian McDonald, a las sesiones de “Red”. Para el bajista, incluirlo en la grabación era una forma de darle un valor añadido al álbum, al igual que le daba una sensación de “cerrar el circulo” para la historia de la banda, animándolo incluso a que volviera a formar parte como miembro de King Crimson de pleno derecho, nuevamente, una jugada que hacía arquear la ceja a Fripp. Sobre el tema de las drogas y la bebida, de sobra es conocida la dolorosa sobriedad de Robert, mientras que Bruford solo llega a reconocer que es un hombre de cervezas, a estas alturas Cross ya ni siquiera era miembro oficial del grupo, así que eso solo deja a un tipo responsable del vicio en KC...

A pesar de las presiones, “Red” es espectacular, aúna todos los elementos sonoros que hasta entonces se podían asociar a King Crimson, no solo en las composiciones, sino también en la instrumentación, al núcleo de guitarra, bajo y batería / percusiones excéntricas de Bruford (influido por su ex-compañero, Jamie Muir), se sumaron cellos, violines, saxofones, oboes y clarinetes. Un asalto sonoro que pide ser puesto una y otra vez en cualquiera de sus continuas reediciones: que si vinilo, que si CD, que si edición remasterizada por el trigésimo aniversario, que si DVD de audio...

Pero, como hemos señalado, Fripp ya había tomado una decisión, aunque con su extraña parsimonia, declaró a sus compañeros que si lo deseaban, podían seguir con una hipotética formación de Wetton / Bruford / McDonald. El hecho de que Robert se sintiera arrinconado por Wetton y sus decisiones no deja de ser irónico, en su propia autobiografia, “My own time”, John explica que lo que había empujado a Fripp a disolver la anterior formación de KC había sido el encontrarse “contra las cuerdas” frente a Ian Wallace, Boz Burrel y Mel Collins, a pesar de que para entonces se había “librado” del letrista y coproductor Pete Sinfield, a quien había pasado de considerar su principal compañero a ser un escollo. Así las cosas, haber incluido a Wetton dentro de una banda – probablemente, con el objetivo de liberar a Burrel de sus obligaciones al bajo, instrumento que prácticamente aprendió a tocar con KC, antes de ingresar en Bad Company - con tanto malestar podría haber tenido fatales consecuencias, con lo que el cantante prefirió esperar a que Robert “despidiera” a estos músicos y empezara desde cero.

Durante toda la trayectoria de King Crimson, siempre ha dado la impresión de que Fripp necesite a alguien con una fuerte sensibilidad pop para nivelar su tendencia a las composiciones instrumentales guitarreras o sus experimentos con bucles sonoros que en aquel momento estaba practicando con Brian Eno. Aunque Sid Smith, en una de sus entrevistas para promocionar su libro concretó que, de hecho, buena parte de la magia del grupo se debe a la tensión creativa entre el batería Bill Bruford y el propio Fripp, o en palabras de uno de los managers de la banda “Robert era consciente de que necesitaba a Bill, pero odiaba necesitarlo”.

Que no se diga que este articulo no está bien documentado... II

Lo que no deja de ser curioso es que el batería, en su propio libro, explica que durante “Red” estaba la mar de contento con prestar sus servicios como músico y batería pero que rara vez influía en otras decisiones de la producción. Para variar, cada uno cuenta la feria según le ha ido, puede que Bruford no fuera consciente de que su sarcasmo y su negativa a servir de metrónomo al resto del grupo pudiera ser tan enervante a lo largo de los años, precisamente su capacidad para manipular el ritmo forma parte del genio del percusionista, si interpretamos la palabra “genio” en todas sus acepciones...

Con o sin sensibilidades pop, Wetton no veía unos King Crimson sin Fripp, a fin de cuentas, él decidía lo que era valido o no para la banda, ni siquiera sus reservas durante las grabaciones podían obviar ese hecho, y su toque esquizofrénico a la guitarra era insustituible, con lo que, a última hora, al firmar su renuncia como miembro de la banda, obligó a la misma a “cesar su existencia”. Si, Robert Fripp es muy amigo de las sentencias rimbombantes. Por muy sincera que fuera su proposición de unos Crimson sin él, es más que probable estuviera jugando su baza como pieza clave para frenar al grupo, al igual que Roger Waters años después, el guitarrista veía algo amenazante en el creciente número de asistentes a los conciertos y la maquinaria del negocio musical como industria capaz de engullir al artista.

Como muchos discos que se acaban considerando clásicos, “Red” tuvo una acogida tibia por parte de la prensa, los críticos seguían observando con cierto desdén el “apreciable, pero poco útil talento de Fripp para la composición instrumental”, mientras que otros, tal y como explica el volumen de José Miguel López, se preguntaban si era necesario un discurso tan intelectual dentro de un contexto Rock. El hecho de anunciar la disolución de la banda junto a la publicación de la nueva obra también le resto seriedad a la propuesta, y algunos afirmaron que Fripp estaba utilizando la misma maniobra que Paul McCartney con su banda Wings, anunciando cada dos por tres el fin de una formación para al poco, aparecer con una nueva banda. En ambos casos, no obstante, los cambios en sus grupos solían estar marcados por las circunstancias.

Una guía para jóvenes y la dama del lago

Aunque “Red” no consiguió revalidar los anteriores éxitos del grupo, consiguió venderse bastante bien, el posterior recopilatorio “A young person's guide to King Crimson” demostró que seguía habiendo hambre por parte del público de música “crimsoniana”, así que la discográfica del grupo E.G, decidió examinar las cintas de las últimas actuaciones de Crimson, el resultado, “USA” (yuesei) se publicaría en 1975.

Portada a lo Terry Gilliam

Para entonces, los miembros de la banda estaban recorriendo sendas muy diferentes: Fripp decidió aislarse del mundanal ruido y prosiguió sus estudios de educación continua en uno de los centros de Bennett, Bruford estaba iniciando su peregrinaje por distintas bandas como músico acompañante – Gong, Roy Harper, Brand X, hasta llegar a Genesis, ya en 1976 – y Wetton había pasado por Wishbone Ash y Roxy Music. La inclusión de Wetton en la banda de Bryan Ferry también tiene su miga, en un principio solo había acudido a las audiciones para bajista en calidad de asesor – Wetton era muy amigo del guitarrista Phil Manzanera -, pero como un Ricardo III del progresivo y tras escuchar a todos los aspirantes durante un día entero, se giró y dijo las inmortales palabras “el bajista que necesitáis... ¡¡¡soy yo!!! ¡HAHAHAHAHAH!” (risa alocada con ruido de truenos al fondo). Bueno, vale, puede que no fuera así, pero John es la clase de tipo que no deja escapar un trabajo por las buenas, sobre todo cuando por una vez puede ingresar en un grupo al que le tiran ropa interior femenina (lanzada por mujeres, quiero decir) al escenario.





Es en Roxy Music donde Wetton coincide con el teclista Eddie Jobson, el cual está ocupando la plaza, curiosamente, de Brian Eno, quien había abandonado el grupo tras un par de desencuentros con Ferry. Durante los ensayos y las pruebas de sonido, el bajista se da cuenta de que Jobson, al igual que él, es capaz, musicalmente, de mucho más de lo que requiere el repertorio de Roxy, además de ser un mas que competente violinista.

Cuando EG decide iniciar el proyecto “USA”, las pistas en directo tanto del violín como del piano eléctrico de Cross se consideran defectuosas, así que ni corto ni perezoso, el equipo de producción (Wetton y Fripp) decide realizar algunos overdubs (sobregrabaciones) en el estudio, utilizando a Jobson para dichos menesteres. Tampoco es una maniobra tan extraña, buena parte de “Starless and bible black” (o “Clueless and slightly slack” como Bruford lo solía llamar con su habitual sorna, “Sin ideas / pistas y ligeramente aturdido”) eran tomas en vivo en las que se había eliminado el sonido ambiental, y por lo tanto, al público. Con todo, cuando años después se publicaron las tomas originales de la actuación en el Casino de Absbury Park (que forman el grueso de “USA”), el sonido de Cross, aunque lejos de ser perfecto no es tan malo y uno se pregunta si la desavenencias personales habían motivado el intentar “borrar” a Cross de la historia, como años después intentaría Fripp con Gordon Haskell, sustituyendo su voz por la de Adrian Belew y su bajo por el de Tony Levin en una de las reediciones de “Lizard” y en la caja “Frame by Frame”.


Lamentablemente, Fripp y Jobson no empezaron con buen pie, cuando el miembro de Roxy apareció en el estudio, el guitarrista lo recibió con la siguiente frase: “Así que, el joven Edward, ¿vienes a echarnos una mano?” a lo que el joven respondió con un gélido “mi nombre no es Edward, sino Edwin”. Wetton, que guardaba el deseo de proponerle a Fripp el formar una nueva banda, incluso una encarnación de Crimson con Jobson, debió de sentirse especialmente decepcionado al ver cómo asomaban los témpanos de hielo por los controles de la mesa de mezclas.

USA” con su portada imitando a la dama del lago de la leyenda artúrica, no consigue ser el directo definitivo de Crimson (aunque es una mejora con respecto a “Earthbound”), pero consiguió llenar de nuevo las arcas de EG, lo suficiente para iniciar un ciclo de rumores sobre una reunión del Rey Carmesí. Obviamente, Fripp no quería ni oír hablar del tema, además, sus intereses musicales (y filosóficos) se estaban alejando de los gustos de Wetton, el cual no “entendía” los discos repletos de repetidas frases de guitarra y capas de teclado creados por Robert con Brian Eno. Con este y con Bowie colaboraría metiendo guitarras en berlines “Heroes”. Igualmente, el guitarrista estaba bastante impresionado por la forma de trabajar de los músicos punk y la New Wave, aires de renovación y grabaciones rápidas, menos técnica, más espíritu. Ni Bruford ni Wetton tenían especial apego a estas tendencias, habían pasado mucho tiempo practicando, aprendiendo a dominar sus instrumentos, para ahora bajar el nivel, por mucho que la prensa alabara a los nuevos grupos.

Fripp intentó llevar esas ideas, con desiguales resultados, a su trabajo como productor del segundo disco en solitario de Peter Gabriel, publicado en 1978, para entonces UK estaba ya tenía a punto su primer disco, así que... ¿Qué ocurrió en esos tres años?

¡Quiero un supergrupo!

Ya hemos hablado en este blog del concepto “supergrupo” y de cómo, en múltiples ocasiones, dichos combos han parido obras decepcionantes. Esta afirmación, no obstante, es algo engañosa, ni Cream ni ELP, ni Blind Faith ni Transatlantic ni Black Country Communion, Chikenfoot o Them Crooked Vultures han firmado obras especialmente malas – muy al contrario, de hecho -, pero normalmente las expectativas suelen estar tan altas que, por lo general, cualquier cosa que estas formaciones entregaran se verían como una decepción y un triste uso de sus respectivos talentos.

Lo cierto es que las compañías discográficas y los managers pensaban (y siguen pensando) que si juntas a una serie de músicos de renombre en una misma banda, por la fuerza iba a salir algo digno que diera mucha pasta. Pues ni tanto ni tan calvo, aunque cosas como las jams que llenan los últimos minutos del “All things must pass” de George Harrison puedan hacer que nos lo replanteemos.

Por otro lado, también hay músicos que parecen emperrados en formar uno de esos supergrupos, y John Wetton es una muestra, se podría decir incluso que el King Crimson del que formó parte, era en sí un supergrupo – a fin de cuentas contaba con un miembro de Yes y otro de Family - y no cejaría en su empeño años después para crear otro. Quizás consciente de que era el formato que mejor le venía a un músico como él para copar las listas de ventas. En su libro sobre Rick Wakeman, el veterano y prolífico escritor Jordi Sierra i Fabra, describe cómo el teclista de Yes fue nominado a formar un grupo en 1976, incluyendo al bajista de KC y a Bill Bruford, lo cual implicaría su reencuentro con su viejo colega.
Que no se diga que este articulo no está bien documentado... III

Para variar, la historia toma serias bifurcaciones que resultan difíciles de poner en perspectiva: se supone que Wetton quería trabajar con Jobson y que estaba dispuesto a grabar un álbum con él, implicara eso la creación de una banda o no. Entonces, ¿De dónde sale la historia del grupo con Wakeman? Lo mas curioso es que se suponen que existen hasta grabaciones de los ensayos de este curiosa agrupación ¿Tan lejos llegaron? Otro rumor es que Atlantic, la discográfica estadounidense de Emerson, Lake and Palmer, no vio con muy buenos ojos este power trio con teclados que copiaba tan descaradamente la estructura de una de sus bandas insignia y amenazaron con maniobras legales por plagio si el proyecto no se frenaba ¿Nos lo creemos?

En cualquier caso, y para beneficio de A&M (la casa disquera de Wakeman), el teclísta regresó con Yes para las grabaciones de “Going for the one” (1977), ya que las continuas extravagancias de Rick con sus discos repletos de orquestaciones y coros les estaba empezando a provocar más pérdidas que ganancias. Seguimos con las contradicciones: en el documental sobre la gira del “Invisible touch” de Genesis, Phil Collins asegura que Bruford dejó de tocar con el grupo en directo para “formar UK”. De hecho, en otra entrevista, el batería cantante afirma que se pilló un buen cabreo telefónico con Bruford al descubrir por la prensa que se había unido a Wetton en un proyecto, “pero vamos a ver, ¿Estás con nosotros o estás trabajando en este otro grupo?”, se supone que fueron sus palabras.

No se me pierdan, que ahora viene la versión de Bruford: según su libro, sus comentarios no demasiado amables sobre la música de Genesis durante las reuniones del grupo – y si me apuran, después tampoco se ha cubierto precisamente de gloria al hablar con la prensa -, le hicieron pensar que, probablemente tampoco sería invitado a tocar de nuevo con ellos. Así que ni corto ni perezoso, se puso a montar su propia formación con Jeff Berlin (bajo), Dave Stewart a los teclados (no, no es el Eurythmics, sino el de los progresivos National Health) y Allan Holdsworth a las guitarras. Pero, ah, mientras trabajaba en la composición de su primera obra en solitario, recibió la llamada de Wetton para preguntarle si le gustaría formar una banda con este nuevo genio de las teclas, Jobson.

Allan Holdsworth, con su sonrisa habitual

¿Dónde queda entonces el proyecto con Wakeman dentro de esta cronología? Ni idea, lo cierto es que Bruford afirma que EG le aconsejó unirse a esta nueva banda, cuyo posible éxito serviría para costear las caras grabaciones de Bruford e incluso sería beneficioso para la promoción del disco, a fin de cuentas, se trataría del primer álbum por su cuenta del batería de Yes, King Crimson, Genesis y la, probablemente nueva banda puntera del progresivo. ¿Qué podía salir mal? Pues para empezar, Bruford pensó que si John se traía a un genio de los sintes, por qué no se traía él a un genio de las seis cuerdas para equilibrar la balanza, así, de paso, se eliminaba el factor ELP de la ecuación. Ergo, Allan Holdsworth fue promocionado para formar parte de la banda.

Bill hace una descripción muy somera de la personalidad de Holdsworth en su libro, con la cual me costaría no estar de acuerdo después de haber pasado un rato con él. Allan estuvo tocando con su trío durante el Festival de Jazz de la Universidad de Sevilla, siendo mi primera experiencia como “periodista musical”... y fue muy triste. Con su guitarra sobre el hule del magro catering festivalero, entre empanadas de atún y bebiendo vino de un vaso de plástico, el guitarrista se negó a que una amiga mía – que había venido para hacer fotos durante la proyectada conversación – tomara imágenes suyas, excusándose con que no quería ser visto con tan mala cara. Esto no dejaba de ser extraño, ya que mi compañero fotográfico, Gabriel Arroyo y un servidor, no tuvimos problemas en tomar imágenes durante el concierto a las pocas horas, de hecho, las fotos de aquel festival sirvieron para nuestra primera exposición “Doce pulsos de Jazz”.

Holdsworth no tenía ganas de hablar con ninguno de los dos redactores que estábamos allí, ni sobre música ni sobre nada en particular. Ni siquiera mis intentos por averiguar algunas cuestiones técnicas de su guitarra “a la Steinberger” consiguieron avivar su interés, el único momento en el que creo que fui testigo de Allan animándose un poco y “viniéndose arriba” fue en los últimos compases del concierto. Y no me refiero a que sintiera alivio por haber terminado, sino a una genuina cara de agradecimiento por el aprecio hacia su música o incluso una satisfacción personal por haber firmado un concierto notable, si no sobresaliente.

Aunque el show fue genial, salí escaldado de la entrevista (tampoco sería la última vez, aunque fuera por otros motivos), decepcionado con el encuentro y conmigo mismo, pensando que cualquier otro sería capaz de sacarle algo más de información al artista, “no sirvo para estas cosas, no sirvo para estas cosas” me repetía a la vuelta, con la cinta (sí, he dicho “cinta”) en la grabadora repleta de minutos de incómodos silencios y respuestas en monosílabos. Cuál no sería mi sorpresa al descubrir en algunas publicaciones de Jazz nacionales – aunque el estilo de Allan es mas “Jazz-Rock” siempre ha sido muy admirado por la crítica del género – que todo el que había querido sacar algunas declaraciones al virtuoso guitarrista, pasó por el mismo trago.

Que no se diga que este articulo no está bien documentado... IV

Hasta un par de años después, en una entrevista-reportaje sobre Holdsworth en un magazine para guitarristas y otra para la recomendable web Innerviews, no descubrí exactamente los motivos de su desidia, aunque algo transpiró durante los minutos que pasamos de conversación. Me explico: con motivo de la gira europea se había publicado un recopilatorio de sus obras en solitario, pero cuando le pregunté por el disco, Allan me aseguró que no tenía nada que ver con su edición (extraño, porque estaba anunciado a bombo y platillo en su web), igualmente, me expresó que la entonces presente gira no era idea suya y que lo único que deseaba era volver a California – Holdsworth es inglés pero se mudó a los EEUU en los 80 – con su mujer (después apostillaría “novia”, no sé por qué, pero ese detalle me pareció curioso).

Viendo el poco ánimo del músico, no me vi muy tentado de preguntarle “bueno, si no ha sido idea tuya, ¿De quién ha sido?” La respuesta, no podía ser de ningún otro modo, era...¡su manager! (ahora sí, sonido de relámpagos y risa loca con reverberación de catedral). Como muchos músicos, Holdsworth había llegado a acuerdos y firmado contratos con discográficas y representantes que se aprovechaban del nulo olfato comercial de los artistas, viéndose obligado a lanzar discos no del todo terminados o a realizar giras en cuyo planificación el músico poco tenía que ver. En las entrevistas de unos años después, Holdsworth parecía mucho más optimista, habiendo recuperado parte de los derechos de su obra, montando su propio sello discográfico y con ganas de afrontar nuevos retos.

Ahora bien, y volviendo a la definición que realizó Bruford en su biografía, todo esto no quita para que Allan sea un serio dolor de cabeza para aquellos que eligen trabajar con él. Holdsworth es la clase de músico cuyas propias aspiraciones le sobrepasan continuamente, no se hace el torturado, realmente la búsqueda del tono, del sonido que tiene en la cabeza y la decepción que le produce la realidad le hace sumirse en un estado anímico triste y molesto. Por supuesto, para el mundo exterior la cosa no podría ser mas diferente, si se lee la lista de nombres, dentro de la comunidad de músicos profesionales, que alaban a este hombre, sirve para cortarle a uno la respiración: John Pretucci, Steve Vai, Adrian Belew, Eddie Van Halen, Joe Satriani...

Ya en el caso del público o la crítica, la cosa anda un poco desigual, hay quien opina que, efectivamente, Allan es un innovador y un virtuoso que ha vuelto a definir el papel de la guitarra unos cuantos millones de veces, otros creen que, con todo, lo mejor de Holdsworth han sido sus colaboraciones en música ajena (algo que también se dice de Bruford), más que sus propios discos. No falta, por supuesto, quienes opinan que es un plasta y que desde que abandonó el synthaxe (un cruce de guitarra, sintetizador e instrumento de viento, creado, cuándo si no, en los ochenta, hasta el grupo en directo de Michael Jackson usaba uno), apenas ha evolucionado en su sonido. Ésta última acusación es complicada de rebatir cuando, en uno de sus videos didácticos sobre cómo tocar la guitarra, Holdsworth explica, ayudado por los dibujos en una pizarra, un esquema armónico de acordes que, según sus propias palabras, “utilizo en casi todos mis temas”.

La figura del guitarrista tampoco resulta tan complicada de entender ya que es la Pan nuestro de cada Día en muchos casos: admirado por sus colegas, pero ignorado por el Gran Público, un poco como el resto de sus compañeros en UK. Pero conviene aclarar que, como en el caso de John Martyn, Holdsworth puede llegar a ser su peor enemigo, su volátil personalidad le ha llevado a dejar en la estacada a mas de un compañero (como le sucedió al propio Bruford, poco antes de iniciar las fechas de una gira con su banda) o a apartarse de las luces del escenario cuando éstas le apuntaban. ¿Humildad? ¿Desprecio? Lo mas probable es que fuera lo primero, pero la mayor parte del mundo se lo tomaría por lo segundo.

Poco debía importar todo esto a finales de 1977, cuando los cuatro músicos se reunieron en una sala de ensayo, con vistas a preparar las canciones de su debut.

U.K (1978)

Si bien nunca se ha explicado demasiado bien el por qué del nombre del grupo, es más que probable que tenga un significado pomposo, al igual que Clapton, Bruce y Baker llamaron a su banda “Cream” porque se veían realmente como la crema de la escena británica, quizás los cuatro miembros de este combo se veían como una importante representación de la música inglesa. Tras una portada un tanto insípida – tomas de los rostros de los músicos bajo luces de colores -, el librito del CD / portada gatefold del vinilo, mostraba un dibujo de las islas británicas.

Tengo que reconocer que me costó bastante “entrar” en este primer álbum, no fue hasta el viaje a la capital malagueña para ver a Asia en directo y entrevistar a Steve Howe – otro affaire que suena mucho más sofisticado de lo que en realidad fue – que me dí cuenta de lo bueno que realmente es. Mi explicación para sentirme un poco decepcionado años atrás cuando lo recibí es la misma que he expuesto al principio de este post: que de los supergrupos (y sobre todo, los de culto, como este caso), uno siempre espera mucho más de lo que acaba recibiendo. Pero insisto, ese acaba siendo más problema del oyente que de los músicos.

En la primera audición, la apertura con la “pequeña” suite compuesta por la trilogía “In the dead of night / By the light of Day / Presto, Vivace and Reprise” (doce minutos y pico si se suman los tres temas), me pareció más una impostura progresiva que una composición con empaque. Daba la impresión de ser una banda que forzaba unos tempos complicados, con un Bruford nada contenido y con Wetton superponiendo su melodía vocal con mas preocupación de cantar algo que mostrase su capacidad de “repartir” letras, más que cantarlas. Sobre todo con frases tan equívocas como “¿Eres uno de los míos / de los que tiene que dormir con un ojo abierto?” Jobson, eso sí, brillaba con luz propia, si bien su estilo podía remitir rápidamente a cualquiera de los teclístas estrellas de la época (Banks, Emerson, Wakeman), su fraseo era único, así como su capacidad para introducir partes secuenciadas – como durante “By the light of day” -, que suenan naturales y como parte íntegra de la composición.
Con la firma del alegre Holdsworth
Con todo, el hecho de que la parte final de la suite tenga su nombre con los tiempos en italiano y la estructura de la misma – con recapitulaciones del tema central demasiado obvias a mi parecer, al menos tras las primeras escuchas - se me hacían forzados. No parecía tanto una banda progresiva de un modo genuino, sino cuatro músicos que parecían haber hecho un disco con su público en mente, “vamos a darles estos largos desarrollos y estos temas en ¾, que al fan medio del progesivo se la pone dura”.

Pero, como ya digo, tras oírlo en la carretera (no son pocos los discos que ganan en este modo de escucha), percibí la maestría tras la producción y el virtuosismo de los temas. Tengo que admitir, no obstante, que Holdsworth no parece pintar ni pegar demasiado, cuando interviene a la guitarra, vale su peso en oro, pero sus contribuciones están repartidas económicamente a lo largo del disco. Una de las principales características de su estilo, el uso del vibrato mientras pulsa acordes o durante sus solos, además de su limpia forma de pulsar las cuerdas (Holdsworh no es un guitarrista de muchos rasgueos) por no mencionar su elección de notas, mas cercanas al jazz, dotan a “U.K” de una gama armónica de la que carecen muchas bandas progresivas, desde los 70 hasta ahora.

El grupo se pone “serio” con otro tema largo, (ocho minutos), “Thirty Years”, en el cual una intensa capa de teclados sirve como fondo para que Wetton cante con una seguridad que atraviesa firmemente los altavoces. Aunque de nuevo repite un esquema típico – planteamiento ominoso, desarrollo instrumental, y retomar la melodía de apertura en modo épico -, aquí fluye naturalmente. Cuando John toma la recta final, su voz y la música sirven como perfecto desenlace tras la tensión contenida de los minutos anteriores. Y en esta ocasión las letras tienen algo más de poesía, sobre todo en el verso “cuando alguien intenta pintar estrellas en tu cielo...”

Una gruesa capa de teclados continua el CD (o abre la cara B del vinilo), “Alaska”, un tema de Jobson en el que, básicamente demuestra su capacidad de sacar sonidos envolventes de su característico Yamaha CS-80. Este entronca con un tema corto en el que vuelve el virtuosismo, “Time to kill”, aunque tanto el riff como el estribillo (“tiempo que matar / matando el rato”) resultan un tanto intrascendentes, es complicado no cogerle el gusto y tener sus melodías repicando en tu cabeza.

Tanto “Nevermore” como “Mental Medication” son una buena demostración de la capacidad de Holdsworth a la acústica (o semi), escuchar a Wetton cantar sobre esos acordes jazzisticos es toda una delicia, no solo por la sabia elección de notas por parte del guitarrista, sino porque rara vez, Wetton ha vuelto a usar este registro. Aunque las dos canciones también tiene una estructura un tanto típica (para lo que se estila en el progresivo, quiero decir), el mero hecho de poder escuchar las aportaciones de cada músico hace que valga la pena. Si esto es estar con el piloto automático para esta grupo, póngame dos tazas.


Gira, cambios y dinero peligroso

El periodo 77-80 fue especialmente traumático para el progresivo, lo que el punk no había conseguido hundir con toda su filfa y su furia, casi lo logran los propios músicos del estilo. En este tiempo, los tótems del sinfónico habían sufrido una serie de altibajos – creativos y comerciales – que empezaban a minar sus bases de fans. Tal y como hemos explicado en artículos anteriores, tanto Genesis como ELP estaban sorteando el camino al cambio de década con desigual fortuna: los primeros conseguían mejores ventas pero sacrificaban parte de su espíritu mas experimental, mientras que los segundos parecían no saber por dónde tirar, quedando un poco en tierra de nadie, al poco se disolvieron. Por primera vez.

La fortuna comercial de Jethro Tull también empezó a perderse en este periodo, mientras que Yes lanzaban una pequeña decepción con “Tormato” y no tardarían en perder a Jon Anderson por primera vez y a Rick Wakeman por segunda (y las que quedaban...). Aún así, todas esas bandas seguían siendo capaces de arrastrar varias decenas de miles de aficionados a sus conciertos, eso, por supuesto, le dio munición a buena parte de la prensa para poner en solfa lo poco relevantes que resultaban ya estos músicos, confinados al circuito nostálgico. Ahí la crítica solo erró el tiro por unos 30 años.

En un clima tan hostil, la “gran esperanza blanca” del progresivo, como podían ser considerados los UK, no consiguió revitalizar la salud del género, aunque obtuvo unas ventas respetables de varios cientos de miles y una buena aceptación, los resultados distaban mucho de lo que se supone la unión de estas luminarias podía conseguir. De nuevo, Bill Bruford no opina del todo igual y cuenta en su biografía que el grupo consiguió todo el éxito que se suponía podían obtener, ofreciendo a los músicos la oportunidad de viajar, de nuevo, en lujosas limusinas.

Viendo algunas de las escasas filmaciones que han sobrevivido de la primera “etapa” del grupo, es fácil ver a un grupo enérgico. Aunque no he conseguido localizar fotos del directo, algún vídeo pirata que duró dos días en Youtube nos ofrecía una presentación espartana – unas luces y las siglas que dan nombre al grupo ofrecidas en fluorescente tipo puticlub de carretera – bajo la cual, los músicos desgranaron sin problema el repertorio de su primer disco, algunos temas de lo que iba a ser su segunda obra, y si hacemos caso a los grabaciones no oficiales que pululan por ahí, un tema que acabaría en el segundo disco de la banda Bruford, co-escrito con Jobson, “Sahara of the snow”.

Tras un triunfal concierto en Philadelphia, ciudad que siempre ha apoyado positívamente al progresivo, los artistas subieron a sus lujosos transportes y se dedicaron al dudoso arte de intercambiar pareceres mientras baja el nivel de adrenalina o sube el de alcohol. De nuevo, dos versiones de una misma historia, agárrense que vienen curvas.

Historia de John Wetton: Durante el viaje en limusina después del último concierto en Philly, Bruford me sugirió que quizás no se sentiría muy a gusto haciendo esto otra vez. Así que Eddie y yo nos pusimos a buscar otro batería, cuando se enteró, Bill me dijo que quizás no debería prestar mucha atención a lo que dice alguien en una limusina a altas horas de la noche.

Historia de Bill Bruford: Después de la demostración de ego que habían sido los últimos shows, sabía que a pesar de lo divertido de la experiencia tenía que volver a aquello que me había propuesto en un principio, llevar a delante mi propio grupo. Allan tampoco estaba contento con UK así que me lo llevé de vuelta a mi banda.

¿Ganaba en algo Wetton haciendo ver que Bruford había sido “despedido” de la banda? ¿Estaba Bruford haciéndose el digno? Vaya usted a saber, lo cierto es que tanto Bill como Allan dejaron el grupo tras algunas fechas en Otoño de ese mismo año. Sobre la deserción del guitarrista poco podían añadir sus compañeros, ya que Holdsworth era muy capaz de soltar lindezas por esa boquita suya: “Nunca llegamos a tocar una canción de principio a fin en las grabaciones, sino como cachos que después se iban uniendo durante las mezclas […] en UK querían que tocaran lo mismo noche tras noche, y yo me acababa aburriendo, me ponía a pensar en otras cosas, como en un buena pinta de cerveza”

Si bien estas lindezas dejan muy claro el poco aprecio que el músico sentía por la música grabada con el grupo, no tuvo ningún problema en firmarme mi CD durante nuestra “no-entrevista”. Puede que Holdsworth estuviera amargado, pero no perdía la educación inglesa. Con todo, una cosa es cierta, Allan es un improvisador nato, al igual que Robert Fripp, entiende que el desafío máximo de un músico es probar cosas nuevas delante del público. Puede que Bruford y Wetton se encontraran cómodos en ese contexto dentro de Crimson, pero Jobson no tanto. Tal y como narra Holdsworth en su entrevista (y Bill en su libro), Eddie quería que el guitarra repitiese sus solos en cada actuación. A Allan le resultaba imposible “computar la instrucciones”, algo que Bruford observó como una falla insalvable, aunque entendía el punto de vista de cada uno de sus compañeros, ambos los consideraba igualmente válidos. La separación era inevitable.

UK, Mark II

A nivel compositivo, estas dos deserciones no eran una gran preocupación, a fin de cuentas, el grueso del primer disco llevaba la firma Wetton/Jobson y en el siguiente el dúo se encargaría exclusivamente de la tarea. Así que tras prescindir de la figura del guitarrista, - enfatizando así el “factor ELP” de un power trio con teclados -, simplemente reclutaron a otro batería virtuoso, Terry Bozzio. Proveniente de la “escuela Zappa” (en la que, irónicamente, ingresaría Jobson años después), Terry es, simplemente, uno de los mejores bateras del mundo, con una independencia entre sus cuatro extremidades que le hacen a uno plantearse si no están tocando varios tipos a la vez en lugar de uno solo.

Jobson, Wetton y Bozzio

Curiosidades de la vida, y a rebufo de lo comentado sobre Holdsworth en el párrafo anterior, cuando pude entrevistar a Tony Levin hace unos años, le pregunté por la banda que conformaban ocasionalmente, él mismo, Bozzio, Pat Mastelotto y Allan Holdsworth. El bajista de King Crimson me confirmó, oh sorpresa, que tocaban 99% de música improvisada, sin tener ni idea de lo que iba a interpretarse en directo.

Entre su virtuosismo y el creciente tamaño de su kit de batería, la nueva formación de UK tenía en Terry un arsenal sonoro incontestable a sus espaldas. Ahora bien, ¿lograrían finalmente el éxito que se merecían?

Danger Money (1979)


Desde luego, si uno tiene que tener en cuenta algunos factores extra musicales, da la impresión de que el grupo iba a por todas. Por un lado, el hecho de presentarse con un planteamiento de teclados/violín/bajo/batería parecía ser la respuesta a unos ELP (o incluso a unos Curved Air en los que había militado Jobson) desahuciados creativamente, como si dijeran “aquí estamos nosotros para ocupar su puesto”.

Por otro, la grabación en el suntuoso estudio AIR, propiedad de George Martin (Wetton y el célebre productor de los Beatles habían coincidido en numeras sesiones y guardaban una buena amistad), o las masterización del vinilo en Nueva York, eran muestras de que no se escatimaba en gastos para la banda promesa.

Finalmente, la portada, quizás para paliar la insulsa de su disco debut, esta vez echaron mano de Hipgnosis – creadores de buena parte de las carpetas de Pink Floyd, Genesis o Led Zeppelin – y de uno de sus diseños fotográficos, aunque parece mas bien una pintura fotorrealista. La imagen de un señor lavándose las manos en un lavabo muy setentero no es una referencia a Poncio Pilatos, sino a las letras del tema-título de la obra. Con una lenta apertura de teclados y una tajante batería, la canción pone en evidencia, me temo, esa tono ridículo que la critica observaba en algunos textos del progresivo: “Estoy a 3000 millas de mi hogar / estoy tan cansando y solo / es bueno que esté soltero, ojala pudiera juguetear toda la noche (nota: “to swing” se puede traducir de muchas maneras, las menos amables, como sinónimo de “follar” o “guarrear”) / pero tengo un trabajo con un precio en mi cabeza, así que debo marcharme”

¿Adivinan el trabajo de nuestro narrador? Esperen y vean: “Es un estilo de vida infernal, pero me trae el sueldo / Ningún sitio dónde colgar mi pistola, sin tiempo para decir “hola...”” Bueno, después la voz de Wetton nos avisa de que teme el momento en el que suena el teléfono y vuelve el estribillo inicial: “Dinero peligrooooooosooooo”. No, no parece que Los Chichos escucharan este álbum.

En cualquier caso, el hecho de que nuestro hombre tenga una Luger en un cinto alrededor de su muslo (también dice que tiene una Magnum, pero no especifica dónde y no creo que queramos saberlo), y que es capaz de vernos en cuestión de un segundo, debía de ser bastante explicativo. Por si no lo teníamos lo bastante claro, nos lo cuenta en la estrofa final: “Soy un soldado de fortuna, tengo la voluntad de sobrevivir”. Por qué dos tipos provenientes de la clase media británica decidieron encarar una composición sobre un asesino a sueldo que se dedica a los magnicidios (otro detalle que deja caer en las letras) es algo que se me escapa. Si bien la música y el estribillo me encantan, encuentro las estrofas sonrojantes, contradiciendo la vieja máxima de algo siempre suena más molón si se canta en inglés.

Los ocho minutos de tema sirven para que los tres músicos demuestren su buen hacer en sus respectivos instrumentos, Bozzio deja claro que es batería estupendo, perfectamente capaz de acometer los polirítmos o cualquier otra locura a las percusiones que hubiera protagonizado su predecesor. Puede que Terry no sea tan sutil como Bruford, pero conviene recordar que dentro de UK, Bill no parecía contenerse mucho, así como en sus discos como líder de una banda.

Una elegante melodía de piano sirve como fondo para que la voz de Wetton narre la historia de fantasmas de la guerra que se aparecen de vez en cuando en una estación de tren. “Rendez-Vous 6.02” es una delicia, aunque melódicamente es difícil quitarle su estampa setentera, el toque de Jobson a las teclas es genial. Puede que el ritmo de batería parezca a veces un añadido posterior, desplegando unos rudimentos excesivamente complicados para lo que es el tema, pero funciona bien.

Más activa es la composición que terminaría la cara A del álbum, “The only thing she needs”, con la sección rítmica dándolo todo en el estribillo, con una letra un tanto mas convencional que las anteriores, parece un pequeño intento pop, o todo lo pop que puede sonar esta banda. La cara B se abre con otro tema lleno de energía y virtuosismo, “Caesar's Palace Blues”, en el que Jobson demuestra que el violín puede, perfectamente, interpretar la principal línea melódica de una canción con complicados ritmos. Hasta cierto punto puede parecer otra demostración vacua de la destreza de los músicos, pero tiene su encanto. Si el “Great Deceiver” de King Crimson era, en cierto modo, una protesta sarcástica por la excesiva comercialización de la fe por parte de El Vaticano, “Caesar's” no nos deja muy claro si se trata de una visión irónica del despendole que suelen ser Las Vegas o una alabanza al modo de vida de la ciudad de los casinos.

Nothing to lose” es lo siguiente, un corte muy en la línea de los temas de ELP de la época, aunque sensiblemente mejor que “Tiger in the spotlight” o “Love Beach”. En el video promocional de la canción (básicamente una actuación con playback), podemos ver a los tres músicos en sus respectivos papeles: Jobson con sus delicados manierísmos, frágil en su delgadez pero desplegando sus capacidades virtuosas durante el solo de violín (sí, otro), en definitiva, como si siguiera en Roxy. Wetton, con su pelambrera, sus pantalones de cuero y su mínimo arsenal de bajos y guitarra, la típica imagen de rockero de los 70. Bozzio, por su parte, aún es visible entre los timbales de un kit de batería que, a pesar de ser grande, no es tan descomunal como lo que ha venido usando en las últimas épocas, ah, y por una vez aparece con un peinado normal. EG / Polydor debían tener bastante confianza en el grupo como para grabar el vídeo en unos suntuosos 35 mm, o eso es lo que asegura el fan que ha subido la versión HD a Youtube, aunque quizás sean unos “normalitos” 16... En todo caso, resulta curioso tener unas imágenes de tanta calidad de un grupo tan desconocido, creo que ni Gentle Giant tiene algo que se le parezca.

Unos sonidos secuenciados anuncian el último tema del disco, con un principio relajado, “Carrying no Cross” parece ser la historia de un hombre de espíritu irresponsable en una equivoca carrera hacia la redención. Siendo otra canción larga, el trío desarrolla todo su virtuosismo hasta un punto que parece que Jobson está citando los acordes que abrían “In the dead of night”, ¿falta de originalidad o sensación de cierre, sospechando el cercano fin de la banda? Tras el despliegue instrumental, la historia termina con Wetton cantando esa especie de arrepentimiento con un ambiente tan tranquilo como con el que arrancó el tema.

Aunque algún crítico del género ha calificado a este segundo álbum como “increíble”, lo cierto es que sigue sin ser un clásico del progresivo, hay grandes temas, pero escuchado de principio a fin, parece faltar algo de cohesión. Desde luego es una mejora con respecto al anterior, no se echa en falta a un guitarrista, Jobson exprime las posibilidades de su Yamaha CS-80 y del resto de sus sintes. Wetton, con su magnifica voz así como su enérgico toque al bajo, sigue repartiendo emoción y virtuosismo a espuertas, aunque le faltaría poco para tener que cambiar tanto tecnicismo. Bozzio está gigantesco, lejos de demostraciones vacías de su talento, otro que, probablemente, funciona mejor sobre la plataforma de música ajena que en la compuesta por él.

Night after night (1979)


Oh yeah, para qué queremos un Iphone habiendo singles a 45 revoluciones...


El directo, si hoy en día, no hay grupo que no tenga su DVD después de una gira, en los setenta, tener tu primer disco en directo lo antes posible era prácticamente una obligación, incluso si, en casos como el de Genesis, no lo tenías muy claro. En parte lanzado como herramienta promocional para su gira como teloneros de Jethro Tull en los Estados Unidos – y la tourneé posterior de la banda en solitario -, y en parte como demostración de que se trata de un proyecto con posibles que busca afianzarse, “Night after night”, a pesar de su sonido vigoroso, no se salva de algunos vicios de esta clase de lanzamientos.

Para empezar, da la “impresión” de que hay algunos “retoques” de estudio – sobre todo voces -, y se trata de un sencillo que solo recoge tomas de los conciertos en Tokyo (quizás por culpa de Deep Purple, quizás por los adelantos técnicos, no fueron pocos los que grabaron sus directo en Japón), con lo que tenemos es una selección de temas en lugar de un bolo completo. Curiosamente, se abre con una nueva canción, cuando me encontré el single de este tema en una Feria del Disco, no me lo pude creer, y perdí una oportunidad de oro para que Wetton me lo firmara cuando me lo encontré en los pasillos de la malagueña sala Paris 15, después de mi entrevista con Howe y horas antes del show de Asia. Se trata de un tema magnífico, una lección de cómo se construye un extraño cruce de pop y progresivo: un estribillo que engancha, ritmos difíciles y un solo de órgano Hammond por parte de Jobson, que está GIGANTE.

Sigue una lectura bastante conservadora de “Rendezvous 6.02”, tras la cual se nos viene encima “Nothing to lose”, mucho más orgánica que en “Danger Money”, siendo prolongada para acomodar el tiempo que tarda Jobson en coger el violín, ejecutar su virtuosismo y volver a los teclados, eso nos permite escuchar lo bien que funciona la sección rítmica. Escuchen el bajo de Wetton y cómo sin ser su enésima demostración complicada de lo que puede hacer a las cuatro cuerdas... sigue siendo hipnótico.

La primera cara de este “En vivo” termina con “As long as you want me here”, un tema tranquilo en el que los posibles retoques se hacen más obvios y en el empiezan a aparecer los síntomas de lo que sería la posterior carrera en solitario de Wetton. La inevitable concatenación de “Alaska” - que vuelve a poner a prueba los graves de nuestros altavoces – y “Time to kill” siguen antes de que el trio retome la primera suite del grupo pero modificada y al revés, es decir, “Presto Vivace” seguido de “In the dead of night”. Todas grandes tomas, aunque el grupo decide poner como último tema “Caesar's Palace Blues”, que a mi sigue sin parecerme una canción con el suficiente carisma como para cerrar un set, pero...

Curiosamente, el single de “Night after night” contenía otro tema inedito, pero de estudio, “When will you realise”, en este caso, una composición 99% pop. Según la Wikipedia, fue precisamente la dirección de esta cara B y las desavenencias sobre el rumbo de la banda – Jobson quería más progresivo, Wetton ser más comercial -, las que provocaron el fin de la misma. Aunque esa sea la “versión oficial”, lo cierto es que el teclísta ha dejado caer en algunas entrevistas posteriores, que “trabajar con John, siendo la persona que era en 1979, era muy difícil”. Nada había cambiado, entonces.

Tal y como explica Bruford, dentro de UK, Wetton seguía con el volumen del bajo a niveles desafiantes, arrinconando a Holdsworth, al cual no le faltaban motivos para sentirse fuera de lugar. Si vemos una entrevista de la época al cantante, podemos ver que su supuesta chulería hace acto de presencia en varias ocasiones, si a eso le sumamos que probablemente seguía siendo bastante parcial con los mejunjes destilados (y otras sustancias ilícitas), a Jobson le faltaban pocas excusas para romper su relación profesional.

Legado

Los cinco músicos que formaron parte de UK siguieron sendas muy distintas: Holdsworth, como ya hemos indicado, se mudó a los EEUU y mantuvo una desigual carrera, sin una banda especialmente fija pero por la que siempre pasaban músicos de primer orden, mientras alternaba la grabación de videos “tutoriales” sobre el instrumento de las seis cuerdas. Eso, cuando no exprimía el Synthaxe hasta el límite de sus posibilidades, o se deprimía y se quejaba del asco que era la industria musical, mientras muchos colegas le profesaban su admiración en declaraciones a la prensa especializada. En una maniobra que probablemente sorprendió a muchos, no tuvo problemas en integrarse en la banda de pop ochentero Level 42, cuando su estela se estaba apagando, pero aún eran capaces de llenar durante diez noches el Hammersmith Odeon (ahora HMV Odeon). Probablemente el morrocotudo cheque que el virtuoso bajista / cantante Mark King – que tuvo la dudosa ocurrencia de ponerle lucecitas en los trastes a su instrumento - convenció al virtuoso guitarrista de tocar, por una vez, el mismo solo noche tras noche, o puede que al fan medio de Level 42 estos detalles carecieran de importancia.

Bozzio, la pesadilla de los pipas


Bruford siguió con su banda – cuyo nombre era el del propio apellido del batería -, que a pesar de su notable jazz-rock no consiguió los mismos resultados comerciales de los primeros Brand X, Return to Forever o Mahavishnu Orchestra. En los 80, Fripp volvió a llamarlo para los nuevos King Crimson, lejos de los mellotrones y los violines de antaño, el “nuevo” grupo obligaría a Bill a replantearse muchos elementos de su técnica, recalando, ahora sí, en la contención y con las vistas puestas en las flamantes baterías electrónicas Simmons. Pero, tal y como explica Bruford, Crimson siempre fue su “casa espiritual con una cama de pinchos” y no tardaría en agotar la paciencia de Fripp, otro síntoma del futuro, aunque las tensiones con el cantante / guitarrista, Adrian Belew y su incipiente carrera en solitario tampoco ayudarían, eso sí, en esta nueva formación, el batería se encontró con un maestro del bajo incontestable, que he mencionado anteriormente, el gran Tony Levin.

Tras esta reunión y desbandada, el percusionista formó otro grupo de jazz – o lo que el músico entiende como jazz -, utilizando como base las mencionadas baterías electrónicas: Earthworks. A pesar de la elegante ejecución de los discos y la finura de sus ejecutantes, la banda no tardaría en sufrir el mismo destino que la anterior experiencia de Bruford como líder de una banda, ventas menguantes y conflictos entre el personal. El batería terminaría la década integrándose en una formación que contaba con antiguos miembros de Yes y su cantante, “Anderson, Bruford, Wakeman and Howe”, los cuales no tardarían en unirse a sus otros ex-compañeros e iniciar el proyecto de todos nos queremos, vámonos de gira juntos, conocido como “Union”. Álbum al que Rick Wakeman denominaría “Onion” (Cebolla), porque, según sus palabras “siempre hace que se me salten las lagrimas cuando lo escucho” y no por lo emotivo o bueno de las canciones, sino por todo lo contrario, hasta Bruford admite que es el único disco de su carrera que odia de forma activa.

Tras el periplo de ida y vuelta con Yes, el batería se integró en los King Crimson de los 90, el “doble trío” - como lo llamó Robert Fripp - con dos baterías, dos guitarristas y dos bajistas / stickistas. Curiosamente, bastante escaldado tenía que estar el líder de la banda como para no contar con Bruford en un principio, siendo la formación anunciada inicialmente: Adrian Belew, Tony Levin, Trey Gunn, con Pat Mastelotto y Jerry Marotta (veterano de la banda de Peter Gabriel) como baterías, aparte del propio Fripp, lógicamente.


Que no se diga que este articulo no está bien documentado... V


Sobre por qué Bill no estuvo incluido en esta nueva iteración del Rey Carmesí hubo (de nuevo) varias explicaciones: que si Bruford estaba todavía representado por la oficina de EG – con la que Fripp estaba en litigios judiciales -, que si las desavenencias personales y musicales... Tras examinar las diversas fuentes – intenté sonsacar a Tony Levin sobre el tema, pero tiro por la calle de en medio - podemos concluir que fue un poco de todo, por un lado Robert no estaba precisamente ilusionado con la idea de colaborar otra vez con su viejo sparring, de hecho, Bruford confiesa que tuvo que escribir una carta conciliadora para ser “admitido” en el grupo, e incluso entonces, su situación con el management bloqueaba las evoluciones de Crimson.

Al batería le gustaba trabajar dentro de los margenes del grupo liderado por Fripp, por mucho que las actitudes del guitarrista le pusieran de los nervios, incluso teniendo que compartir el departamento de las baquetas con otro músico. Pero la formación solo firmaría (sin contar “Proyecktos” o piezas improvisadas) un disco de composiciones originales en estudio, el sobresaliente “Thrak”.

Tras su decisiva marcha de KC, Bruford retomó Earthworks pero con una vena acústica y más conservadora de cuarteto de jazz, mientras seguía colaborando con diversos músicos hasta anunciar su retiro a la par que publicaba su autobiografía.

Terry Bozzio fundó “Missing persons” junto a su señora y a otro guitarrista de la escuela Zappa, Walter Curcurrulo, músico que tiene una de las anécdotas más extrañas del pop: después de la disolución del grupo con Bozzio, se integró en Duran Duran y tras la vuelta de la formación original de los antiguos ídolos de jovencitas en los 80, Walter se dedicó al dudoso negocio de vender reproducciones del molde de su pene para vibradores (¿¿¿¿????). Si, ya sé que no tenían necesidad de saber esto, pero yo tampoco...

En cualquier caso, este monstruo de las percusiones ha seguido distribuyendo su tiempo con las mas diversas grabaciones: Korn, Jeff Beck, Steve Vai... y ha dejado crecer su kit de batería hasta dimensiones poco aconsejables para cualquier técnico, pipa.... o ser humano. Aparte de explorar las posibilidades melódicos de la batería, Bozzio también se ha revelado como un interesante entrevistador en la web “Drum Channel”, especialmente interesante es el programa dedicado a reunir a todos los baterías (o gran parte de ellos) que pasaron por el grupo de Frank Zappa.


Que no se diga que este articulo no está bien documentado... VI

Tras UK, Jobson se integró en los nuevos Jethro Tull de forma un tanto inesperada, tal y como cuenta Ian Anderson en el DVD de la serie “Classic Artists”, su plan era grabar un disco en solitario, pero según iba llamando a más colaboradores – entre ellos el guitarrista Martin Barre –, las nuevas ideas que iban surgiendo y la seguridad por parte de su discográfica de que aquello tenía que ser la nueva obra de Tull, acabaron por transformar “A” en un disco de la banda. Esta noticia pilló bastante por sorpresa a los músicos que hasta entonces se consideraban Jethro Tull, sobre todo al teclista David Palmer (ahora Dee Dee tras su operación de cambio de sexo), que se encontró con una carta de Ian en el buzón explicando los motivos de la jugada. Algo de ojeriza le tuvo que pillar Palmer a Jobson después de esto, porque en su entrevista dice que “A Eddie Jobson se le consideraba un brujo (de los teclados, llamar “wizard” a los que tocan los sintetizadores de forma virtuosa siempre ha sido costumbre), así que creo que sería buena idea ir al diccionario de inglés Oxford y ver lo que significa esa palabra”. Una de las acepciones de “brujo” o “hechicero” en dicho volumen es “embaucador”... Curiosamente, Eddie no aparece en este documental para responder a las acusaciones, aunque si que habla de su trayectoria con Roxy en el programa que repasa las evoluciones de la banda: “More than this... the story of Roxy Music”.

Palmer y... Palmer

Jobson tampoco se salvaría de los cambios de formación en la banda de Ian Anderson y tras salir de la misma, grabó algunos discos en solitario en los que exploraba las capacidades de sus teclados, dejando una sutil pero importante influencia en otros sintetistas. La ignominia más grave con el mundo del rock le vendría después con su brevísima experiencia con Yes. Probablemente el músico que ha pasado menos tiempo en el combo fundado por Jon Anderson y Chris Squirre. Jobson entró cuando el grupo ya tenía terminado el que iba su gran éxito de los ochenta, “90125”, de hecho, es el misterioso teclísta con melena rubia que aparece en algunos fotogramas del vídeo y megahit “Owner of a lonely heart”. El que había ocupado la plaza tras las teclas durante la grabación, Tony Kaye, había sido protagonista de una espantada tras discutir con el productor Trevor Horn, así que su canosa cabeza no aparece mucho en las imágenes del mayor single de la banda.

Chusco pero aclaratorio "photoshopeado"

Los motivos del corto tiempo que pasó Jobson en las filas de Yes son tan misteriosos como ridículos, a tenor de las declaraciones posteriores. Algún miembro de la banda llegó a decir cosas tan zorrunas como que “Eddie traía su propio maquillaje para la grabación del vídeo”, para echarse a reír después de soltar la frase. El teclísta lo intentó resumir en que la lucha de egos y las personalidades de los miembros de Yes le resultaban tan desagradables – solo Jon Anderson se salva de la quema -, que no tuvo otra opción que marcharse. Al poco Kaye recuperó su plaza.

Después de esto, parece ser que Jobson se decepcionó bastante con el mundo del Rock, prefiriendo meterse de lleno en las bandas sonoras para películas y publicidad para televisión, aunque seguía componiendo cosas con un fuerte raigambre progresivo de las que hablaremos en breve.



Por su parte, Wetton inició una renqueante carrera en solitario, pero por mediación del ex-manager de Yes, Brian Lane, conseguiría por fin crear un supergrupo que le serviría para escalar las listas de éxitos: Asia. Formado inicialmente por el guitarrista Steve Howe (de los propios Yes) y Wetton, se les iba a añadir en un principio Simon Phillips – batería y colaborador de lujo de Mike Oldfield en los 80 -, pero pidió demasiado dinero y entró Carl Palmer, quien siguió el sabio consejo de su progenitor y solo quiso un porcentaje... Curiosamente, una pieza clave en la historia de la banda no hubiera entrado sin la mediación de Steve Howe, el teclísta Geoff Downes, compañero suyo en la última formación de Yes y que formó The Buggles con su colega Trevor Horn, firmando estos el hit “Video killed the radio star . Con Downes, Wetton compondría algunos de los grandes éxitos de la banda – parece ser que si Fripp necesitaba a alguien con sensibilidades pop, John requiere de un genio de las teclas -, antes de que las cosas empezaran a torcerse.

A pesar de los antecedentes de los involucrados, Asia fue básicamente una banda de Rock con algún deje ocasional de progresivo, aunque el consenso general era que se trataba de un AOR sin contemplaciones. Pero, al igual que King Crimson, los continuos cambios de formación y un estilo musical titubeante fueron erosionando su popularidad. La historia de este combo es tan convulsa que merece una biografía aparte, pero como muestra, un botón, Wetton no llega a aparecer en la única filmación oficial de la primera gira del grupo, grabada durante el tramo “Asia in Asia” (han adivinado, es un concierto en Japón), siendo sustituido por... ¡Greg Lake!

Este giro tan absurdo de los acontecimientos tuvo que ver con la rapidez con la que el mal rollo (sobre todo entre Howe y Wetton) se implantó en la banda, aunque el bajista y cantante había actuado con el grupo durante sus bolos en América y Europa (incluyendo nuestro país, con un concierto que contó con la locución de Ana Rosa Quintana), las tensiones llegaron a un nivel tan ridículo que provocó que el antiguo cantante de otro supergrupo cantara en éste... ¡Y con las cámaras de la MTV grabando cómo Wetton dejaba la formación!

Épica portada del primer álbum de Asia


En fin, las veces que el bueno de John entró y salió del grup son incontables hasta que Downes acabó harto y decidió sustituirlo por el sosias John Payne. Wetton siguió firmando discos mas emparentados con un Rock convencional (o de nuevo, un AOR, mas bien) que con el progresivo, realizando algunas colaboraciones estelares - “The Tokyo Tapes” y el primer “Genesis revisited” con Steve Hackett - y repasando temas de UK o King Crimson tanto en sus shows en solitario como con Asia (cuando estaba con el grupo, es decir). Aunque mantenía su voz y su envidiable toque al bajo, la carrera y la vida del cantante descendería en una peligrosa espiral a finales de los 90. De hecho, Wetton protagonizó una de las experiencias mas desagradables de mi vida, en materia de conciertos. Su acústico en la extinta sala Caracol fue un cúmulo de despropósitos con alguna brizna de genialidad, por lo pronto, nadie sabía que iba a ser un concierto de solo guitarra y voz. John salió al escenario con un pie escayolado –por lo visto había sufrido un accidente de tráfico, a lo cual se refirió irónicamente a rebufo de uno los versos de “Sole Survivor” - y con bastantes kilos de mas, aspecto que parece consecuencia de la medicación para tratar su alcoholismo.

John Payne

Wetton se dedicó a ser borde con la gente de la barra, a tocar durante poco menos de una hora y ser prácticamente obligado a tocar un bis después de que una voz por anunciara por megafonía que el señor “John Waters” (cachondeo del público, voz: “¡Bueno, como se llame!”), “no iba a volver a salir”. Ya les digo yo que una de las mejores cosas del show fue que se proyectara el concierto de Genesis en Knebworth del 92 antes y después de la actuación de “la voz de Asia y King Crimson” (como rezaba el ticket).



El siglo XXI ha servido para un particular renacer artístico y personal para el bajista, con algunos sustos de por medio. Tras una fallida reunión de los Asia originales que devino en una suerte de supergrupo de segunda B – Quango, que solo llegó a grabar un álbum en directo -, un fan del cantante organizó una pequeña convención alrededor de la figura de Wetton que significó el reencuentro y la firma de la paz con Downes. Juntos crearon Icon, un proyecto que, con los planetas convenientemente alienados, esta vez sí, permitió que se reunieran los cuatro miembros del primer disco de Asia,. Si bien no fue una reunión de ventas millonarias y grandes estadios, fue mucho mejor que el rumbo que hasta entonces había tomado la banda con John Payne, el cual insiste en su particular versión del grupo – John Payne's Asia, una cosa que produce un poco de vergüenza ajena – en lugar de concentrarse en GPS, un combo humilde que ha producido algunas buenas canciones.

Una cirugía cardiaca en 2007 motivó un buen susto entre sus seguidores, para entonces, John ya llevaba muchos años involucrado en un nuevo proyecto de UK, Legacy.

UZ, UK-Z y finalmente... UK

Los ex-miembros del supergrupo habían mantenido una cierta distancia con respecto a la experiencia, Wetton llegó a afirmar que UK se quedó en una “versión light de King Crimson” (lo cual es difícil de discutir), mientras que Holdsworth dejaba claro que si bien no tuvo ningún problema con sus compañeros, la música del grupo no parecía emocionarlo mucho. Bruford no cita a la banda como una de sus favoritas, pero tampoco parece a disgusto. Solo Jobson parece genuinamente orgulloso del invento, lo cual tiene su lógica, probablemente fue el que invirtió mas a un nivel compositivo y hasta emocional.

Quizás por este motivo, a mediados de los 90, el teclísta empezó a mover baza para grabar un nuevo proyecto que iba a contar con la participación de Bill, John, Allan...y un coro de voces búlgaras. Envuelto en el secretismo y la rumorología que tanto disgusta a Bruford, “Legacy” nunca pasó de un cúmulo de colaboraciones por parte de cada músico por separado cuya cohesión dependería de Jobson exclusivamente. Leyendo algunas declaraciones posteriores de Eddie, da la impresión de que la cosa se va a quedar como el “Toy” de David Bowie, uno de esos discos que se empiezan, se dejan y que, cuando se van a retomar, el artista decide que ya no le mola nada la dirección que se había tomado y lo guarda en el baúl de forma indefinida.


Eso no significa que Jobson dejara de insistir en las colaboraciones remotas, para “U-Z” volvió a recurrir a un ex-miembro de King Crimson – Trey Gunn – y a otros músicos insignes, llegando a realizar algunos directos y todo, volviendo a tocar cosas como “In the dead of night”. Casi por inercia, Eddie inició una serie de maniobras para conformar “UK-Z”, que, básicamente, era una banda en directo a la que se unión John Wetton durante sus shows en Polonia para revisitar repertorio de crimsoniano, de UK y la Mahanavishu Orchestra. Curiosamente, aparte de John al bajo y a la voz, también estuvo presente el mismisimo Tony Levin al stick.

Intenté que Tony Levin me explicara por qué estaban presentes él y Wetton (básicamente, dos bajistas), sobre el escenario, aunque prefirió pasarle la pelota a Jobson, “fue idea de Eddie”, dijo. Eso sí, me señaló que tenía muchas ganas de hacer la foto de Wetton y Jobson juntos, sonriendo. Mucho había pasado desde 1980 para llegar a esa foto, sin duda.




Volviendo a Wetton: hablar con él da sin duda la impresión de que se trata de un hombre mucho más feliz y contento consigo mismo, de hecho, la cercanía con la que comenta sus asuntos en el foro de su página web dista mucho del tipo que respondía con mala cara en los extras del DVD “Amorata”. En lo referente a lo de usar dos bajistas, mi apuesta va con el síndrome de túnel metacarpiano que sufre John – una afección nerviosa de la mano, que también sufre Keith Emerson -, lo cual, según me admitió durante nuestra entrevista, le complicaba bastante tocar los exigentes temas de UK y Crimson en directo, así que puede que Jobson decidiera cubrirse las espaldas con Tony. Aunque también sirvió para que Levin añadiera una magnifica línea de stick a la crimsoniana “Book of Saturday” (otro vídeo imposible de encontrar para el artículo ¡ouch!)

Al año siguiente de los compromisos polacos, Eddie se decidió por una banda mas formal y acometer una serie de fechas con la misma, ya bajo el nombre de UK, sabiendo que ni Bruford o Holdsworth querrían saber nada del tema, pero que contaba con Wetton. Las cinco noches de concierto en Tokyo servirían para el primer (y hasta ahora único) lanzamiento del supergrupo en 25 años y su primer DVD en directo.

UK REUION TOKYO (2012)


Preguntado en una entrevista sobre los posibles lanzamientos de las actuaciones en vivo de sus diferentes bandas, Jobson afirmó que, aparte de grabar todos sus audios, filmaba todo lo que hacía con “seis pequeñas cámaras HD”. La historia de los DVD en directo tiene varias muestras de artistas que se lo montan exclusivamente por su cuenta mientras graban todo lo que hacen. “And all that could have been” de Nine Inch Nails se le atragantó a Trent Reznor, en parte porque se echó a la espalda su edición y en parte porque el líder de la oscura banda estaba pasando por una de sus habituales depresiones. Igualmente, “Songs from the road” de Leonard Cohen, es una selección de “todas las actuaciones, todas las pruebas de sonido” (como avisa el director en el libreto del disco), de la gira del músico canadiense. El problema con este modo de hacer las cosas es que, a diferencia de montar la logística propia de la grabación de una noche, o como mucho, un par (como intentan siempre U2), con sus 15 cámaras, grúas, dollies y estadicams, uno se tiene que conformar con tener las lentes sobre trípodes y, de vez en cuando, usar el zoom. En los dos ejemplos mencionados, no obstante, hablamos de dos músicos que cuentan con el respaldo de grandes discográficas, lo que les permitió grabar sus directos con cámaras de grandes cuerpos y lentes de calidad.

Cuando Jobson dice “pequeñas cámaras HD”, se refiere a Handycams. O esa es la impresión que da.

Dicho de otra manera, a un nivel de virtuosismo instrumental, el directo de UK es superior a los esfuerzos de NIN y Cohen, pero a nivel técnico o de realización, “Reunion” no les va a la zaga. El principal problema, es que da la impresión de ser la típica intentona por parte de un estudiante de Comunicación Audiovisual de grabar un concierto sin un control de realización porque “lo grabamos todo y después cualquier cosa se arregla en el montaje”.

Bien, hay cosas que el Final Cut o el Premiere pueden enmascarar, pero no resolver. Entre ellas, la continuidad: por mucho que uno grabe a los músicos con la misma ropa, en el mismo recinto, con el mismo repertorio, es prácticamente imposible que todo coincida. Por ejemplo, una de las veces que Wetton acomete el estribillo de “Danger Money”, uno no tiene demasiado claro si llega demasiado tarde o demasiado pronto al micro. O en “Rendez Vous 6.02”, en la que los gestos del cantante (en un tiro de cámara con las manos abiertas, en otro, entrecruzadas) tampoco acaban de fluir de forma muy natural.


Pero el raccord está lejos de ser el único problema del DVD. La calidad de imagen tampoco es para tirar cohetes, puede que una pequeña cámara HD dé una calidad interesante bajo la luz del día, pero en una sala de conciertos, con focos de colores cambiantes, la cosa cambia. Por eso, buena parte de los vídeos en directo se graban con luces adicionales, ya se use Alta Definición, 35 mm o Betacam, las cámaras siempre van a captar menos luz que el ojo humano. Para resolver el problema, o al menos para intentarlo, da la impresión de que Jobson intenta subir los niveles de luminancia. Muy bien, pero aunque eso aclara las tomas, también da unos colores disparatados, con los músicos alternando unos tonos de piel azul venusiano o verde marciano. Para “redondear” el desaguisado visual, el aspecto pasa de 4:3 a 16:9, como si a alguien se le hubiera olvidado cambiar esto en el menú de la cámara, eso cuando no se abusa del zoom digital (o mas bien cropeado) durante algunos segmentos, como en el solo de batería.

Aunque se usa un DVD9 (en este caso, siete gigas), para mantener un buen bit-rate, lo cierto es que se trata de un lanzamiento bastante espartano, el menú se compone de diapositivas estáticas del propio vídeo, no hay ningún extra, y en la configuración del sonido, cuando elegimos la mezcla en 5.1, el disco insiste en preguntarnos si tenemos cinco altavoces y un subwoofer. Si, de verdad que sé lo que significa 5.1, maldito DVD.

El sonido es otra cuestión, porque a pesar de las preguntas, la mezcla multicanal es más 4.0 – 4.1 si acaso – que otra cosa, con muy poco uso del altavoz central. Al igual que la imagen, parece que la música se ha manipulado para arreglar algunas deficiencias de la toma original. Y como pasa con las imágenes, tanto retoque acaba estropeando la cosa, faltando limpieza en las tomas.


Dicho todo esto, podría dar la impresión de que este DVD no merece la pena. Nada mas lejos de la realidad, de hecho, este disco lleva ya bastantes reproducciones en mi equipo, pero no me cabe duda que es por la calidad de las interpretaciones y el repertorio que por la consistencia del lanzamiento. O por verlo de otra forma, si existiese otra grabación de esta gira, con un generoso despliegue técnico, este DVD se quedaría como una mera anécdota para los fans acérrimos. Pero no hay otra cosa, y de hecho, una de las formas de obtenerlo es suscribirse a la web de Jobson.

La banda, aunque no se trate de ninguna de las formaciones de UK al completo, es espectacular, a Wetton y a Eddie se le suma a la batería Marco Minemann y Alex Machacek a la guitarra. En otras palabras, sustituyendo unos genios de la música por otros, sencillo. A Minemann tuve la oportunidad de verlo en vivo durante la actuación de Adrian Belew en la barcelonesa sala “Luz de gas” y durante su solo estuvo a punto de desmontar el kit, un auténtico monstruo de las percusiones. Por cierto, la crónica de los sucesos alrededor de ir a ver a Belew se merece un artículo propio, aunque la bajista de su banda, Julie Slick, ya comentó algunas cosas interesantes en su blog.

En cualquier caso, Minemman se toma mas libertades – o dejan que se las tome - que Machacek para la reinterpretación de los temas, lo cual no deja de ser una lástima, porque es obvio que el guitarrista es capaz de mucho más aparte de tocar redenciones calcadas nota a nota de la grabación original.


El vídeo se abre con unos planos de Tokyo – nuevamente, un tanto oscuros -, que le dan un cierto toque a lo “Blade Runner”, un recorrido por los trastes del bajo de Wetton durante los créditos iniciales, dan la impresión de que lo que vamos a ver es mucho mas profesional de lo que acaba siendo, aunque es de agradecer las secuencias de teclado que suenan de fondo como apertura, con las que el grupo empalma para tocar la suite “In the dead of night”. Ya en este tema podemos apreciar la excelencia de estos músicos, que a pesar de los breves ensayos (por lo visto, apenas cuatro días), tienen una cohesión excepcional, la voz de Wetton suena fuerte y segura. Con su ya característica púa en el pulgar, el bajista parece llegar sin muchos problemas a tocar las intrincadas partes de bajo de la banda. Eso sí, aunque John tiene una voz muy expresiva, su cara no lo es tanto y a veces da la impresión de que lo mismo podría estar cantando la lista de la compra.




Con todo, lo que más me gusta es poder disfrutar del virtuosismo de Jobson en directo, especialmente su solo en “Allegro, Presto y Vivace”, con una energía y precisión que deja boquiabierto. Indirectamente, este DVD también sirve para promocionar los teclados “plegables” (aunque de eso no nos podemos percatar a menos que visitemos la web) de Infinite Response, en cuyo diseño tuvo una mano el propio Eddie. El teclísta le recuerda a la audiencia que hace cosa de 30 años que el grupo no tocaba en directo... y atacan con una pristína versión de “Thirty Years”, demostrando la versatilidad de la guitarra de Machacek, capaz de sonar como una electroacústica jazzy durante un segundo, para aportar una furiosa descarga eléctrica al siguiente.

Es Jobson quien se comunica todo el rato con el público, y tal como ha explicado varias veces Wetton en diversas entrevistas, él es ahora el líder de la banda, también al que le toca explicar el rescate de “Nevermore”, que antes de estas actuaciones nunca se había tocado en directo “quizás porque la considerábamos demasiado difícil”. Realmente, las tomas son muy fieles a los originales, aunque también se incluyen dos piezas de King Crimson y una mínima referencia a “Sahara of the snow”.


Los dos temas del Rey provienen de “Red”: “Starless” y “One more red nightmare”, el cual queda unido a “The only thing she needs”, que nuevamente cierra el set principal. “Starless” es una versión monumental, y sin duda mucho mejor que la versión “AOR” que a veces ha interpretado Wetton con su banda en solitario. También resulta muy emotiva la forma por la forma en que se ejecuta, con solo piano y voz, “Rendez-vous, 6.02”, tema que cierra el disco.

Con solo dos álbumes de estudio, es fácil que se interprete casi todo el repertorio de la banda en directo, curiosamente, los temas desechados son, por ejemplo, singles como “Nothing to lose” o “Night after night”, aunque éste último sería interpretada durante la gira americana. Minemann ejecuta un deslumbrante solo de batería, tras lo cual le toca el turno a Jobson. Tengo que decir que el solo de Eddie es una pequeña decepción, ya que básicamente se dedica a demostrar que con unos pedales, puede provocar tanto ruido y distorsión con su violín transparente como un guitarrista, pero musicalmente no pasa gran cosa.

En definitiva, una oportunidad de oro para aquellos que no hemos podido ver a la banda en carne y hueso, (sniff, sniff), a pesar de sus limitaciones técnicas, “Reunion” es una buena demostración del talento de unos músicos increíbles, además de unas composiciones incontestables.


El ayer es en lo que creo, el futuro se mueve demasiado deprisa...

Tras el éxito de estas incursiones, Jobson se animó lo suficiente como para proponer una gira de la formación que dio al mundo “Danger Money”. Así que en 2012, Eddie y Wetton, con la adición de Bozzio, volvieron a recorrer mundo, colgando el cartel de “no hay entradas” en muchos conciertos, lo cual impulsó al teclísta a afirmar que, quizás la mejor forma de vender tickets era “hacer una gira cada 30 años”.

Con muchas ganas espero el deseable DVD de esas actuaciones, en las que, gracias a Youtube, podemos comprobar que ahora el grupo cierra los conciertos con otro tema de King Crimson interpretado como una pieza para voz y piano: “Fallen Angel”, sí, otro tema de Red. Solo espero que en esta ocasión se hayan utilizado mas luces...


¿El futuro? Es obvio que UK es básicamente un monumento a la nostalgia, que solo existe en la actualidad como una de las diversas ramificaciones de la carrera de Jobson y que sigue actuando en directo para colmar las ganas del teclista de tocar frente a un público. Aunque el “mago” se pilló los dedos en este 2013, quizás envalentonado por el éxito de los bolos con Wetton y Bozzio, e intentó realizar una tournée bajo su propio nombre, proponiendo un repaso a su carrera. Lamentablemente, el público no fue tan receptivo, y algunos shows tuvieron que cancelarse o fueron modificados para acomodar una actuación de UK. Aparte de los que vivan cerca de las ciudades por las que pasó esta corta gira, los afortunados pasajeros del “Cruise to the edge” también pudieron disfrutar de la vesión “Danger Money” de la banda.

Me gustaría dedicar unas líneas de “Cruiste to the edge”, un crucero de temática progresiva, en el cual, un viaje en barco se compatibilizan actuaciones de diversos artistas, un mini festival que recorre el océano, como cuando Pink Floyd tocó en una plataforma flotante en Venecia... solo que un poco mas cutre y sin malos rollos por parte de la clase política local. El reunir a tus fans más acérrimos y a una serie de artistas afines no es mala idea, de hecho, Marillion tiene mucho éxito con sus “Weekends”, pero ya el hecho de que se haga en un barco le da un tufo a espectáculo para el Imserso que no me hace mucha gracia...y eso que entre los participantes está mi amado Steve Hackett...

Bozzio, en un de sus delicados momentos estéticos

En cualquier caso, con lo difícil que está vivir de la música, tampoco se les puede culpar, los Moody Blues (que llevan milenios llenando sus arcas con las rentas de sus mejores obras), también se han descolgado con su “Moody Cruise” - si, los nombres de estos cruceros son una oda a la sutilidad -. No todo puede ser como el High Voltage.

Para terminar, cuando hablé de “Danger Money”, dije que no se trataba de ningún clásico del progresivo, pero sería injusto decir que UK es una mera nota a pie de página en la historia del género. Puede que fueran una decepción a nivel de ventas y que artísticamente no consiguieran sorprender a casi nadie, puede que, antes de Asia, fueran una de las peores demostraciones del llamado “Rock Corporativo”, pero la calidad de su repertorio es innegable.

El problema, a nivel de imagen, es que UK no podía aspirar ni siquiera a la credibilidad de algunas de las emergentes bandas de lo que se vino a llamar “neoprogresivo”, como Pendragon, IQ o Marillion, grupos cuyas referencias a la música con la que habían crecido eran obvias, pero al menos no daban la impresión de hacer música con un público en particular en mente. El grupo de Jobson y Wetton surgió en un momento difícil, cuando el progresivo hacía ya tiempo que había dejado de contar con el favor de la critica y se enfrentaba a un mercado comercial menguante.

Puede que nunca firmaran un clásico como “Close to the edge” o “Foxtrot”, que nunca alcanzaran las ventas de “Tubular Bells” o “The Wall”, pero si juntáramos en un solo disco algunos de sus temas más destacables, como “In the dead of night”, “Thirty Years”, “Danger Money” (sí, a pesar de lo ridículo de las letras), o “Carrying no cross”, seguramente obtendríamos una obra maestra. No está mal para un supergrupo que, en realidad, nunca lo fue.

1 comentario:

  1. ¿Y si te da igual que vendieran más o menos?.. ¿Y si te la pela bastante si se hicieron más o menos famosos?... ¿Y si te importan un pimiento las letras? (que las juzguen los literatos)... ¿Y si te la renfanfinfan las etiquetas?.... ¿Y si al final nos quedamos con la calidad musical "pura y dura" y la aportación musical de esta banda al prog, al rock en general e incluso a la cultura musical universal?.. Y hablo de sonoridad, armonía vocal, instrumentación, evolución en los teclados, violines, guitarras,.. politonalidad, poliritmia, originalidad,... y sí, también hablo de inspiración extrema (personalmente cosas como "Nevermore" me ponen los pelos de punta desde hace 30 años).
    Entonces ya te digo yo que U.K. está entre los más grandes y que su legado se reconocerá antes o después, quizás nunca multitudinariamente (no es el destino de su música), pero si entre los músicos y profesores más avanzados del futuro (lo que de alguna manera inmortalizará su música).
    https://youtu.be/ekygM0TGQNE

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